México, 1 nov (Prensa Latina) Los cementerios de México amanecieron hoy custodiados por policías pues a pesar de las prohibiciones de celebrar fiestas en los sepulcros este Día de Muertos, es virtualmente imposible detenerlas.
La tradición de sacar los huesos y limpiarlos con una brocha y colocarlos ordenados en urnas o pequeñas cajas, poner la calavera en un lugar sobre el mantel con todo lo que le gustaba al fallecido, sus bebidas y alimentos preferidos y las ofrendas y regalos, al parecer no la interrumpe ni siquiera un virus tan mortal como el SARS-CoV-2.
Mariachis, otros grupos musicales, expertos en rituales, vecinos, acostumbran acompañar a los familiares en las tumbas donde forman altares provisionales y pasan el día entero, hasta la caída de la tarde, platicando con el muerto para actualizarlo de todo lo sucedido en el año en la familia, el barrio y el país, y pedirle consejos.
Para los mexicanos, los muertos no son, ni por casualidad, seres de las tinieblas, sino espíritus presentes, activos e importantes con los cuales dialogar, por eso no se refieren a ellos como fallecidos, sino almas, porque estas nunca mueren.
Como tales, no deben ser errantes como señala alguna literatura en sus tergiversaciones, según dicen, sino que tienen su casa, su lugar, su hábitat, su ámbito, en el cual reposan y donde se les puede visitar ya sea al lado de la tumba, como cada día de los fieles difuntos, o desde cualquier otro lugar, por su condición de omnipresentes.
Todo este ceremonial se está cumpliendo desde el sábado y se extenderá hasta el 6 de este mes, ciudad por ciudad, pueblo por pueblo, casa por casa, y allí es donde se hace presente el temor de las autoridades nacionales y los gobiernos locales, porque los adoradores se despojan de toda protección contra la Covid-19.
Incluso reflotan teorías de la ignorancia -como les llaman los médicos-, un mecanismo de defensa natural derivado de esa fuerza feérica del ser humano que antepone la creencia a la evidencia, y estiman que la Covid-19 no existe ni es una enfermedad del cuerpo, sino de la mente.
Por esa forma de pensar de muchas personas, las autoridades se preparan con nuevas medidas de restricciones de movilidad preventivas en espera de un repunte importante de los contagios y hospitalizaciones dentro de cinco o seis días, cuando salgan los nuevos casos que ahora están incubando el virus.
Lo más triste de todo es que este Día de Muertos se da en un año terrible, marcado por un desastre global, el cual ha diezmado a México en casi cien mil almas, más el horrible récord mundial de un centenar de asesinatos diarios ocasionados por la violencia social y criminal, que mantienen permanentemente de luto al país.